“Amados hermanos, termino mi carta con estas últimas palabras: estén alegres. Crezcan hasta alcanzar la madurez. Anímense unos a otros. Vivan en paz y armonía. Entonces el Dios de amor y paz estará con ustedes.” (2 Corintios 13:11 NTV)

Pablo fue la persona usada por Dios para establecer la congregación en la gran y próspera ciudad de Corinto. Mucho se ha dicho de esta congregación y en la primera carta se deja ver que las relaciones entre ellos no eran muy ejemplares: había celos, pleitos, divisiones y otras situaciones que era una clara evidencia que no se llevaban bien. Por ello es muy significativo como termina su segunda carta.

“Estén alegres” o “tened gozo”, son las expresiones con la cuales se instruye a la iglesia de Corinto que debería ser la característica que les distinga como participantes del cuerpo de Cristo. Pero luego vienen unos desafíos que nos ayudan a responder claramente quién debe cambiar para que podamos construir mejores relaciones ¿Yo o la personas que están a mi alrededor? Todo parece indicar hacia mí.

“Crezcan hasta alcanzar la madurez”, expresa que el creyente debe estar en constante crecimiento y que la “niñez espiritual” marcada por el egoísmo y un enfoque mayor por recibir que por compartir; es solamente una etapa para continuar creciendo hasta llegar la madurez, una madurez en la que aprenderemos a aceptar a las personas que Dios ha puesto a nuestro alrededor y a dar gracias por la vida de cada uno de ellos. Es curioso que esta palabra se utiliza también en Gálatas 6:1, donde se traduce como “restaurar”. ¿Será que alcanzar la madurez es aprender a restaurar las relaciones que han sido dañadas en nuestra etapa infantil? ¡Qué reto el que las Escrituras nos proponen!

La tercera exhortación del apóstol Pablo en este pasaje es: “Anímense unos a otros” ¿Qué diferencia haría en la vida de una persona, si en lugar de expresarle mis críticas le extendiera palabras de ánimo? En lugar de estar “mordiéndose” los unos a los otros, Pablo dice: den aliento, consuelen, conforten a su hermano, al que está cerca, al que lo necesita. En la medida que una iglesia crece, uno de los mayores retos que enfrenta es que cada creyente viva la Palabra de Dios y no le deje la tarea a “los contratados”. ¿Te imagina cuánto crecería el potencial de cuidado de una congregación en la que cada creyente piensa en animar a otros?

La frase que cierra el versículo,“Vivan en paz y armonía”, es la descripción del estado maduro de nuestra relación con los que están a nuestro alrededor. Si como creyentes procuramos la madurez y estamos animando a otros, el resultado será inevitable: viviremos en paz y armonía. ¿Dónde empieza esto? En creer y obedecer lo que la palabra de Dios nos enseña. No importa que tan desgastadas hayan estado nuestras relaciones o incluso qué tan separados hayamos estado de nuestros hermanos, Corinto es el mejor ejemplo, para Dios no es imposible hacer el cambio en nuestro interior y que empecemos una dinámica diferente para relacionarnos con los demás.

Este día demos un paso hacia el gozo en nuestras relaciones. Para que el Dios de amor y paz esté con nosotros debemos encaminarnos a la madurez con lo que están a nuestro alrededor, buscando la restauración si es necesario y dando a los demás lo que me gustaría recibir de ellos.

Categorías: Caminando con Dios
Mauricio Castellon
Pastor Principal