Al momento de grabar este PODCAST, las autoridades de El Salvador y del mundo han declarado alerta máxima en sus países y varios casos de coronavirus han salido a la luz en nuestro país y cientos en otros. Lo que ha incrementado la preocupación en la población mundial en general.
Todos estamos de acuerdo que es de suma importancia estar vigilantes en prevenir el alcance que el COVID19 pueda tener en nuestra nación.
Es por esta razón que el respeto por aquellos que son más susceptibles a las enfermedades (incluyendo a los adultos mayores) deberían llevarnos a actuar con prudencia y compasión, mientras modelamos la fortaleza y esperanza que caracteriza a aquellos que conocen a Cristo.
Los seguidores de Jesús deberíamos de ser ejemplo en compasión por aquellos que deciden responder diferente o reaccionar con preocupación ante las circunstancias y eventos de la vida. Seamos amables con los demás. Continuemos liderando y ministrando de tal manera que expresemos los dones que Dios nos ha dado.
Con el incremento de los casos de coronavirus en el mundo, muchos creyentes alrededor del mundo y El Salvador se preguntan: ¿Cómo debemos responder ante tal emergencia? ¿Cómo podemos ayudar a un mundo en pánico?
Hoy quiero compartir contigo tres formas para hacerlo:
- La primera: RECUERDA LO QUE YA SABES: La preocupación no es nuestro amigo y el pánico no es el camino a seguir. El rey Salomón nos recuerda lo siguiente: “Si en momentos difíciles te rindes, muy limitada es la fuerza que tienes.” – Proverbios 24:10 (RVC)
Es importante que nunca se diga que el pueblo de Dios se rige más por el miedo que por la fe.
En momentos de crisis, el mundo necesita personas estables que son fortalecidas por la gracia de Dios. La preocupación no logra nada excepto debilidad en nuestro corazón y nuestra mente.
Se dice que el 90 por ciento de las cosas de las que nos preocupamos o que nos aterroriza nunca suceden, y el otro 10 por ciento está fuera de nuestro control.
Mientras nos mantenemos alerta ante un virus o enfermedad, preocuparse no cambiará en nada nuestras circunstancias ni disminuirá las posibilidades de de que nos afecte. No nos ayudará a luchar contra las enfermedades ni nos llevará a la acción efectiva.
Preocuparnos por el COVID19 (o cualquier otra cosa) solamente incrementara los problemas. En vez de preocuparnos y estar ansiosos, Jesús nos llama a responder con oración y fe.
Filipenses 4:6 (RVC)
“No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias,”
Hoy, quiero que decirte algo muy importante: Toma la misma cantidad de esfuerzo y energía preocuparse, que orar y buscar a Dios. Uno nos lleva a la paz. El otro nos lleva al pánico. Hay que elegir sabiamente.
- Número 2 – HAGAMOS EL BIEN Y CONFIEMOS EN ÉL: Salmos 37:3 (TLA) dice – “Tú debes confiar en Dios. Dedícate a hacer el bien, establécete en la tierra y mantente fiel a Dios.”
A lo largo de la historia, los cristianos se han destacado por estar dispuestos a ayudar a los enfermos incluso durante plagas, pandemias y persecuciones. Amaban a las personas y no temían a la muerte porque entendían lo que Filipenses 1:21 (RVC) dice: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.”
Al meterse de lleno en los hospitales y focos de enfermedad, pudieron demostrar su fe a un mundo observador y en vez de solo preguntar ¿Cómo me mantengo saludable? Se preguntaron ¿Cómo puedo ayudar a los enfermos?
La confianza en la oración, la compasión y el desinterés; deberían marcar cómo hablamos del coronavirus. ¿Por qué? Porque nuestro Salvador encarnado entró en nuestra enfermedad, pecado y muerte. Sanó a los enfermos y se preocupó por el dolor. Nosotros debemos hacer lo mismo.
- Número 3 – DEBEMOS SER CUIDADOSOS: Nada de esto significa que debamos ser imprudentes. Ni el amor de Cristo ni la Palabra de Dios alientan riesgos descuidados, pero ambos promueven la obediencia. Amar a los enfermos no significa que nos infectemos intencionalmente.
“El que es astuto, ve el peligro y se esconde; el que es ingenuo, sigue adelante y es afectado.” Proverbios 22:3 (RVC)
Si la infección se convierte en un riesgo legítimo, responder al coronavirus probablemente significa tomar pasos prácticos como lavar nuestras manos y quedarse en casa si estamos enfermos, obedecer las indicaciones de nuestras autoridades, etc.
Finalmente, mientras observamos como el mundo reacciona a esta crisis, es un claro recordatorio de nuestra mortalidad, no nos olvidemos de compartir la esperanza que tenemos en Jesús.
Compartamos cómo Él nos rescató de la epidemia universal del pecado y la pena de muerte. Compartamos que su esperanza no se encuentra en mantenerse saludable.
Todos enfrentaremos la muerte eventualmente. Gracias a Jesús, podemos llegar a ese día con confianza. Al igual que Pablo, podemos recordar que vivir es Cristo, pero morir es ganancia (Fil. 1:21).
Realmente no tenemos nada que temer, ni el coronavirus, el virus del Ébola, los desastres naturales o cualquier otra cosa.
Sigamos adelante. Oremos por los enfermos. Caminemos en la fuerza de Dios. Hagamos el bien a todos los hombres. Usa tu salud para servir, no para esconderte. Jesús es soberano, sobre todo, incluso nuestro país El Salvador y el mundo entero que sufre por la pandemia actual.
Este día demos un paso hacia el gozo, al poner nuestra confianza en el Señor pidiendo que, en medio de esta pandemia, nuestra ansiedad mengüe y nuestra fe crezca. Que cuide de nuestras familias y de nuestro país. Dios te bendiga. Hasta el próximo episodio.
Bienvenido nuevamente a nuestro Podcast de Iglesia Bautista Miramonte, donde en cada episodio buscamos dar “Pasos Hacia El Gozo”.
Al momento de grabar este PODCAST, las autoridades de El Salvador y del mundo han declarado alerta máxima en sus países y varios casos de coronavirus han salido a la luz en nuestro país y cientos en otros. Lo que ha incrementado la preocupación ennla población mundial en general.
Todos estamos de acuerdo que es de suma importancia estar vigilantes en prevenir el alcance que el COVID19 pueda tener en nuestra nación.
Es por esta razón que el respeto por aquellos que son más susceptibles a las enfermedades (incluyendo a los adultos mayores) deberían llevarnos a actuar con prudencia y compasión, mientras modelamos la fortaleza y esperanza que caracteriza a aquellos que conocen a Cristo.
Los seguidores de Jesús deberíamos de ser ejemplo en compasión por aquellos que deciden responder diferente o reaccionar con preocupación ante las circunstancias y eventos de la vida. Seamos amables con los demás. Continuemos liderando y ministrando de tal manera que expresemos los dones que Dios nos ha dado.
Con el incremento de los casos de coronavirus en el mundo, muchos creyentes alrededor del mundo y El Salvador se preguntan: ¿Cómo debemos responder ante tal emergencia? ¿Cómo podemos ayudar a un mundo en pánico?
Hoy quiero compartir contigo tres formas para hacerlo:
- La primera: RECUERDA LO QUE YA SABES: La preocupación no es nuestro amigo y el pánico no es el camino a seguir. El rey Salomón nos recuerda lo siguiente: “Si en momentos difíciles te rindes, muy limitada es la fuerza que tienes.” – Proverbios 24:10 (RVC)
Es importante que nunca se diga que el pueblo de Dios se rige más por el miedo que por la fe.
En momentos de crisis, el mundo necesita personas estables que son fortalecidas por la gracia de Dios. La preocupación no logra nada excepto debilidad en nuestro corazón y nuestra mente.
Se dice que el 90 por ciento de las cosas de las que nos preocupamos o que nos aterroriza nunca suceden, y el otro 10 por ciento está fuera de nuestro control.
Mientras nos mantenemos alerta ante un virus o enfermedad, preocuparse no cambiará en nada nuestras circunstancias ni disminuirá las posibilidades de de que nos afecte. No nos ayudará a luchar contra las enfermedades ni nos llevará a la acción efectiva.
Preocuparnos por el COVID19 (o cualquier otra cosa) solamente incrementara los problemas. En vez de preocuparnos y estar ansiosos, Jesús nos llama a responder con oración y fe.
Filipenses 4:6 (RVC)
“No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias,”
Hoy, quiero que decirte algo muy importante: Toma la misma cantidad de esfuerzo y energía preocuparse, que orar y buscar a Dios. Uno nos lleva a la paz. El otro nos lleva al pánico. Hay que elegir sabiamente.
- Número 2 – HAGAMOS EL BIEN Y CONFIEMOS EN ÉL: Salmos 37:3 (TLA) dice – “Tú debes confiar en Dios. Dedícate a hacer el bien, establécete en la tierra y mantente fiel a Dios.”
A lo largo de la historia, los cristianos se han destacado por estar dispuestos a ayudar a los enfermos incluso durante plagas, pandemias y persecuciones. Amaban a las personas y no temían a la muerte porque entendían lo que Filipenses 1:21 (RVC) dice: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.”
Al meterse de lleno en los hospitales y focos de enfermedad, pudieron demostrar su fe a un mundo observador y en vez de solo preguntar ¿Cómo me mantengo saludable? Se preguntaron ¿Cómo puedo ayudar a los enfermos?
La confianza en la oración, la compasión y el desinterés; deberían marcar cómo hablamos del coronavirus. ¿Por qué? Porque nuestro Salvador encarnado entró en nuestra enfermedad, pecado y muerte. Sanó a los enfermos y se preocupó por el dolor. Nosotros debemos hacer lo mismo.
- Número 3 – DEBEMOS SER CUIDADOSOS: Nada de esto significa que debamos ser imprudentes. Ni el amor de Cristo ni la Palabra de Dios alientan riesgos descuidados, pero ambos promueven la obediencia. Amar a los enfermos no significa que nos infectemos intencionalmente.
“El que es astuto, ve el peligro y se esconde; el que es ingenuo, sigue adelante y es afectado.” Proverbios 22:3 (RVC)
Si la infección se convierte en un riesgo legítimo, responder al coronavirus probablemente significa tomar pasos prácticos como lavar nuestras manos y quedarse en casa si estamos enfermos, obedecer las indicaciones de nuestras autoridades, etc.
Finalmente, mientras observamos como el mundo reacciona a esta crisis, es un claro recordatorio de nuestra mortalidad, no nos olvidemos de compartir la esperanza que tenemos en Jesús.
Compartamos cómo Él nos rescató de la epidemia universal del pecado y la pena de muerte. Compartamos que su esperanza no se encuentra en mantenerse saludable.
Todos enfrentaremos la muerte eventualmente. Gracias a Jesús, podemos llegar a ese día con confianza. Al igual que Pablo, podemos recordar que vivir es Cristo, pero morir es ganancia (Fil. 1:21).
Realmente no tenemos nada que temer, ni el coronavirus, el virus del Ébola, los desastres naturales o cualquier otra cosa.
Sigamos adelante. Oremos por los enfermos. Caminemos en la fuerza de Dios. Hagamos el bien a todos los hombres. Usa tu salud para servir, no para esconderte. Jesús es soberano, sobre todo, incluso nuestro país El Salvador y el mundo entero que sufre por la pandemia actual.
Este día demos un paso hacia el gozo, al poner nuestra confianza en el Señor pidiendo que, en medio de esta pandemia, nuestra ansiedad mengüe y nuestra fe crezca. Que cuide de nuestras familias y de nuestro país. Dios te bendiga. Hasta el próximo episodio.
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