Una tercera manera de identificar a los ídolos es la más eficaz para quienes han profesado su fe en Dios. Seguramente, asistes de forma periódica a una iglesia. Puede que tengas un conjunto completo y devoto de creencias doctrinales. A lo mejor, te esfuerzas de verdad en creer y obedecer a Dios. Sin embargo, ¿cuál es tu salvación real, diaria y funcional? ¿Para qué vives en realidad, cuál es tu dios real, no el que profesas? Una buena manera de discernir esto es ver cómo reaccionas ante las oraciones sin respuesta y a las esperanzas frustradas. Si pides algo que no recibes, puedes entristecerte o sentirte decepcionado. Entonces, sigues adelante con tu vida. Pero, cuando oras y luchas por algo y no lo obtienes, y reaccionas con una ira explosiva o un desespero profundo, seguramente habrás descubierto a tu dios verdadero.
Hay una prueba final que funciona para todo el mundo. Fíjate en tus emociones más incontrolables. De la misma manera que un pescador sabe que debe ir donde el agua esté agitada, busca tus ídolos en el fondo de tus emociones más dolorosas, sobre todo las que nunca parecen abandonarte y que te impulsan a hacer cosas que sabes que están mal. Si estás furioso, pregúntate: “¿Hay algo aquí demasiado importante para mí, algo que debo tener a toda costa?”. Haz lo mismo cuando sientas miedo intenso, desesperación y culpa. Pregúntate: “¿Siento tanto miedo porque veo amenazado algo que hay en mi vida y que yo considero una necesidad aunque no lo es? ¿Me siento tan abatido porque he perdido algo o he fracasado en un objetivo que creo que es una necesidad cuando no lo es?”. Si trabajas demasiado, si te agotas debido a una actividad frenética, pregúntate: “¿Siento que debo conseguir eso para considerarme realizado e importante?”. Cuando te formules preguntas como estas, cuando “arranques de raíz tus emociones”, por así decirlo, a menudo te darás cuenta de que tus ídolos se encuentran agarrados a ellas.
Timothy Keller, Dioses que Fallan, p. 156-157
Hagámonos las siguientes preguntas:
Lee Santiago 4:1-3. ¿Cuáles son las cosas que deseas más intensamente? ¿Qué es lo que frecuentemente te hace estallar con ira, o entrar en depresión profunda?
¿Alguna vez te has enojado con Dios por no responder a una de tus oraciones, o responder de una manera diferente a lo que esperabas? ¿Qué crees que Dios piensa de esa petición?
Termina este tiempo orando de esta manera:
Padre, reconozco que he querido usarte como una herramienta para conseguir algo que deseaba más que tú. Perdóname por estar dispuesto a desobedecerte y despreciar a otros por obtener mis deseos. Ayúdame a amarte sobre todas las cosas, y a mi prójimo como a mí mismo.