Oh alma mía, dijiste a Jehová:
Tú eres mi Señor;
No hay para mí bien fuera de ti. (Salmos 16:2).
Cada vez que va a iniciar un nuevo año es un momento de pensar que nos podrá traer, en cuanto a cosas buenas y malas. Si le damos una mirada a lo que fue el año que termina, recordaremos que hubo muchos momentos de paz y otros de tribulación que nunca nos imaginamos.
Todas esas cosas mueven a algunas personas a hacer propósitos para ayudarles a llevar el año que empieza por un buen rumbo. Otras personas no consideran los propósitos de año nuevo como necesarios y solo dejan que las cosas pasen.
Antes de pensar si los propósitos de año nuevo son buenos o malos, creo que la mejor manera de tener gozo al iniciar el 2020 es apropiarse de las promesas de Dios, Él es el que pelea por nosotros las batallas, él es el dueño del oro y la plata y es nuestro proveedor.
Por esa razón me gustaría que escucharas la voz de Dios a través del Salmo 16 y sea Él el que nos mantenga con gozo para el nuevo año:
Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
Oh alma mía, dijiste a Jehová:
Tú eres mi Señor;
No hay para mí bien fuera de ti.
Para los santos que están en la tierra,
Y para los íntegros, es toda mi complacencia.
Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios.
No ofreceré yo sus libaciones de sangre,
Ni en mis labios tomaré sus nombres.
Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;
Tú sustentas mi suerte.
Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,
Y es hermosa la heredad que me ha tocado.
Bendeciré a Jehová que me aconseja;
Aun en las noches me enseña mi conciencia.
A Jehová he puesto siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
Mi carne también reposará confiadamente;
Porque no dejarás mi alma en el Seol,
Ni permitirás que tu santo vea corrupción.
Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.
Este día demos un paso hacia el gozo, al confiar en las promesas contenidas en la Palabra de Dios y ponerlas por delante antes de hacernos cualquier propósito. Así podremos decir como el salmista: Tú eres mi Señor y no hay para mí bien fuera de tí.
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