Skip to main content

Ten paciencia - IBM Miramonte

Ten paciencia

Escucha el audio

En las décadas de 1960 y 1970, al oeste de Pennsylvania se estaba construyendo la Interestatal 76. Mi esposa, Kathy, a menudo recorría esa ruta en coche, desde su hogar en Pittsburgh a su universidad en Meadville, Pennsylvania, y hasta el lugar donde su familia iba de vacaciones, junto al lago Erie. Durante años, la carretera quedó sin terminar en un punto, donde había un pantano especialmente problemático. Al menos en una ocasión, los obreros aparcaron una excavadora en lo que parecía tierra firme. Sin embargo, a la mañana siguiente descubrieron que se había hundido. A menudo, cuando clavaban pilotes en un intento de llegar a la roca madre, estos desaparecían.

Nuestros corazones son así. Pensamos que hemos aprendido sobre la gracia, hemos dejado a un lado a nuestros ídolos y hemos alcanzado un punto en el que servimos a Dios no por lo que nos dará, sino por ser quien es. En cierto sentido, nos pasamos toda la vida pensando que hemos alcanzado el fondo de nuestros corazones, y descubriendo que es un falso fondo. Los cristianos maduros no son las personas que ya han llegado a la roca madre. No creo que eso sea posible en esta vida. Más bien, se trata de personas que saben cómo seguir excavando y que cada vez se acercan más.

El gran pastor y compositor de himnos John Newton escribió en cierta ocasión sobre esta lucha

Si hablo por propia experiencia, descubro que mantener mi vista en Cristo, como mi paz y mi vida, es con mucho la parte más difícil de mi llamamiento… Parece más sencillo negarse a uno mismo en mil casos de conducta externa que en mis esfuerzos constantes por actuar como principio de justicia y de poder.

El hombre o la mujer que conoce la diferencia a la que se refiere Newton (la diferencia entre obedecer las normas de conducta externa en lugar de poner el corazón en Cristo como su paz y su vida) va por el camino que lleva a la liberación de los falsos dioses que nos controlan.

Timothy Keller, Dioses que Fallan, p. 162-163

Reflexiona por un momento en las siguientes preguntas:

¿Cuándo fue la última vez que Dios descubrió un ídolo o pecado oculto en tu vida? Si ha pasado mucho tiempo desde la última vez, ¿crees que es porque ya has entregado todas las áreas de tu vida al Señor, o solo has dejado de darle acceso a las profundidades de tu corazón?

Antes de terminar, ora al Señor y dile:

Dios, revela los ídolos que aún están en mi corazón. Incluso si me he aferrado a ellos por años, hoy renuncio a ellos y te elijo a ti. Sostenme en mi caminar por la fe y purifícame constantemente, hasta el día que te vea cara a cara.